martes, 4 de agosto de 2009

DÍA 21

Ya puedo contar en horas. 48.

Dentro de esas horas espero que mi rodilla, como soñé hacer un par de semanas, pueda volver a doblarse. Qué ganas. Esperemos que no haya sorpresas, porque yo hasta que no me vean y me digan algo concreto no me haré ilusiones. Así que mejor no digo .

Me he dejado ir estos días. La lectura y el firme propósito de no estar enganchado al ordenador han hecho gran parte del trabajo. Pero también una especie de sensación de tímida alegría que repunta en mí estos últimos días ha hecho que no me saliera la necesidad de contar mis penas por aquí. Imagino que se intenta echar fuera lo malo, pero lo bueno se lo queda uno para disfrutarlo. Y a mí ya se me había quedado el almacén bajo mínimos. Pero me gusta esta nueva sensación de expectación.

El sábado fui a la cena. Me apeteció, y como Dani y Adela cenaban y se volvían, pues se me dieron las circunstancias perfectas para poder ir sin putear a nadie. Me lavé bien lavado, hasta me afeité (le estoy cogiendo cariño a las desechables), me puse mis mejores galas (dentro de mis escuetas pertenencias en casa de mis padres, vamos, mi pantalón corto de siempre, que es el único que tengo y un polo; más guapo que iba el niño!) ¿A que ninguno habéis subido nunca al San Marcos del Meliá Sevilla, que no tiene escaleras, qué va, en la sillita-ascensor esa para minusválidos? Pues yo sí. Envidiadme. Un poco de cena, este año nada más que compartiendo salón con tres despedidas de solteras (bien sosas, por cierto), un poquito de Carlos camisa abierta y antifaz de servilleta en cara para alegrarles la cena a aquel grupito de señoronas mayores que se abanicaban sin parar, y esta vez no era por los sofocos dela menopausia...y a rezar escondido para que no vieran como claro objetivo al pobre cojo indefenso. La gran pregunta era otra. Con to lo grande que es el salón, las dos mesas llenas de chavalitas jóvenes todas emperifolladas (y lo de emperi pongo la mano en el fuego)...¿por qué coño me encajan justo detrás la mesa de las feas destartaladas que me daban miedo y que no me atreví ni a girar la cara en dos horas mientras mis amigos me miraban fijamente con ojos golosos de "si no follas es porque no quieres, mira para atrás" (hijos de puta!)? ¿Quién coño abrió el corral ese día por la noche? Aunque claro, entiendo que de día, es que sería imposible sacarlas. Pero claro, llegó el momento en el que el postre se les volvió un gran pollón de chocolate y helado, que se pasaban de una a otra para todas hacerse la correspondiente foto tipo tuenti, no lo pude resistir, miré, lo vi...y claro, débil de mí...interactué. No cuento más. Me corté bastante. Escapé a tiempo. Y a casita a dormir. Y mira que ya había demostrado que sería merecedor de una buena pista de baile con mis movimientos ensayados. Con mi silla ya controlaba los tres movimientos básicos de baile aprendidos de Johny 5 en la peli Cortocircuito, pa´lante, pa´trás y dar vueltas. Hubiera sido digno sucesor de Tony Manero a cuatro ruedas. Pero no, a casita a dormir, que tienen que acostarme. Me doy por satisfecho.

La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón es mi nuevo compañero de lectura. Como el otro libro me duró tan poco, en vez de volver a la biblioteca a por otro, se me vaya a, emulando aquella coplilla karaokera, gastar el carné de tanto usarlo, le pedí un libro a mi tío. El problema es que mi tío, aparte de gran devorador de libros, cosa que se agradece por santos, cumpleaños, navidades y efemérides varias, tiene una pequeña cualidad, y es que esos libros deben medir al menos una cuarta de gordos y/o pesar mínimo tres quilos. Pero bueno, me recomendó insistentemente el de Zafón, así que, aparte de que era el que menos miedo me daba, pues me fié de él. Oye, y acerté. reconozco que es un libro que repudiaba por prejuicios. Una de esos libros que como todo el mundo, tiene, lee y habla maravillas, pues yo no quiero ni en pintura. Y tengo mis motivos. Qué quereis (sigo sin saber lo de las tildes) que os diga, que personas que en su vida han cogido un libro, de pronto por moda devoren esos grandes clásicos del referente cultural industrial moderno como El código Da Vinci, Los pilares de la Tierra (que por cierto no me gustó mucho) y cosas así y se permitan emitir juicios de valor sobre el valor de los textos, las grandes historias, las tramas narrativas desarrolladas, y te hagan toda una tesis ridícula sobre el universo narrativo de la novela y su capacidad para hacer tambalear los más hondos cimientos dormidos del alma humana...pues eso, qué quereis que os diga, no me parecen recomendaciones con argumentos de fiar. Coño, que es la primera vez que leeis (tilde?) un libro desde Fray Perico y su Borrico obligatorio en la escuela, y porque no existía elrincóndelvago para encontrar los resúmenes. No critico ni juzgo, aunque sé que lo parece, simplemente explico que para cada cosa, como las modas me importan un carajo (así me va) , pues me fio de una serie de personas. ¿A que a mí no me preguntaríais sobre dónde ver la más impresionante revirá del Señor de las Penas a la vuelta a su templo? Pues eso mismo, luego parezco un desagradable, pero venga hombre, que no me vengan con tonterías, que la gente ya me conoce. Vaya castaña que os he soltado, menos mal que esto no lo lee ni Perry.
Pues eso, que el libro me está gustando mucho, un poco recargado a veces en las descripciones y sensaciones, pero se agradece un poco de, digamos, maestría necesaria para que el libro sea literatura de verdad. Aparte de que tiene un ingrediente principal para acapararme. Una historia a través de un niño. No sé si será por reminiscencias freudianas de juventud perdida, olvidos de la infancia o qué, pero me pasa como en el cine. Las historias llevadas por niños me atrapan, Seretos del corazón, Cinema Paradiso, Leolo, etc... hacen que me enganche desde el minuto uno.

Por lo demás, aquí tengo a mi primito, que ha descubierto que en la cama tirado a mi lado se juega del carajo a la Nintendo Ds, jeje, pero no os creais (tilde?) que viene a jugar conmigo o a que juegue con él, de eso nada, el viene a jugar aquí echado en la cama con los cojines puestos de reposacabeza. Qué mamón el niño, no es listo! Dice mi madre que es que a él le gusta el calorcito humano. Lo que más me gusta, que lo mismo está jugando al Super Mario, que cambia y se pone a jugar al Hannah Montana. Cuánto me gustan estos tiempos modernos unisex y sin prejuicios. Ha costado años, pero lo conseguimos. La prueba, aquí a mi lado la tengo.

Pues nada, ya queda poco, iros preparando que estoy siendo muy bueno, pero en cuanto me arreglen esto, prometo volver a dar por culo como siempre. Pronto seré un ser digno del año de Darwin, una nueva versión del paradigma de la clave de la evolución humana..., el caminar erguido, el paso al animal bípedo.

Saludos.

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