sábado, 25 de julio de 2009

DÍA 10

He pasado un par de días bastante bien con la pierna. Pero mi mente está descubriendo nuevos límites que no sabía que tenía, vamos, ni que existían.

El miércoles fue la despedida de Ángela del periódico. Y lo pasé mal. Ya predije que pasaría. Pero no porque termine ni porque se quede sin curro (qué cabrón parezco)(y me da igual lo que penséis), porque tengo la absoluta confianza que le va a ir todo tan del carajo, que no me preocupa. Hay que ser positivista, aunque los cambios y la incertidumbre cuesta asimilarlos, pero el tiempo y la distancia darán la perspectiva; el crono espero egoístamente que aguante hasta septiembre-octubre que imagino que será cuando pueda cogerme vacaciones y a ver si es verdad que me esperan para alguna aventura; y Barcelona será el inicio del topo. Aún estoy por conocer a alguien que se haya ido del periódico y no le haya ido bien. Al contrario, siempre vuelvo a ver a la gente, y es tan feliz. Alguno a veces se plantea cosas incluso, creo que igual va a ser verdad que hay más mundo ahí fuera. Lo pasé mal porque me dio muchísimo coraje no poder ir. La impotencia ("funcional", como decía el médico de mi rodilla) es una sensación tan odiosa. Quería sentirme partícipe, quería estar allí, quería ser una más de las risas de gato burlón que la envolvieran en un día, cuando menos, especial. Es una persona importante para mí. Pero no podía estar en esa celebración, sí, CELEBRACIÓN. No puedo decir que sintiera que fallara a nadie, porque, disculpad que no me levante, pero creo que no tengo que excusarme, jeje. Sé que no hace falta ni insinuarlo. Y si alguien tiene cojones de querer decirme que le dio pena que yo no pudiera ir, que lo haga a la cara, y así al menos tendré visita. Pero me ha quedado un regusto amargo en la boca, es como una deuda pendiente.

Podría decir que este año está siendo un buen año para mí por muchas cosas. Sobre todo por lo malo, o al menos mediocres que habían sido los últimos, en los que deambulaba algo perdido, por decisión propia eso sí, pero ahora me han entrado ganas como de asentarme. Y que se joda Peter Pan porque no me hace falta tenerlo dentro para esconderme. Buena parte de la culpa de esa sensación la tiene cierto grupete del trabajo que se viene consolidando, y que hace que por primera vez me envuelva un bienestar que me hace sentirme más comodo en el curro. Y lo más importante, que son unas personas cojonudas que estoy disfrutando sobre todo fuera del trabajo. Y sí, cojones, os debo una cena en casa!

Por rematar la faena, os pongo al día después de 3 jornadas sin escribir sobre esta experiencia mía que me ha tocado vivir, y que igual os aburre y os importa un carajo, pero que entonces no estaríais aquí cotilleando (os pillé!), pero como este es mi blog hago lo que me sale de mis santos cojones que llevan 10 días tumbados en blandito (y por eso me vais a perdonar la mala leche). Hoy he querido variar mi futuro, echarle cojones a mi destino inmediato preestablecido por personas ajenas a mí, así que me he hecho fuerte, no me lo he pensado, y me he decidido: he llamado al traumatólogo para pedir que la cita que me habían dado para los 22 días, en vez de a los 15 que pedía el informe, me la adelantaran. Apostaba tan fuerte a mi jugada que estaba dispuesto incluso a lloriquearle a quién me cogiera el teléfono en el ambulatorio. Y me lo cogió esa mujer de voz agradable. Le conté mis penas. Miró mi expediente encantada. Me atendió del carajo, la verdad, sería nueva, o mis prejuicios deben la primera disculpa a los funcionarios. Y me dio la gran información que necesitaba mi alma para descansar tranquila: "mira, es que las citas no las damos nosotros por calendario en este tipo de casos, nosotros le damos el expediente al traumatólogo y es él el que ha dicho que vengas en ese tiempo mejor; ¿que tú te creías que es que nosotros apuntamos cuando hay hueco, verdad? ¿y querías ver si había hueco libre antes, no? le pasa a tol mundo, pero eso funciona por petición del médico, yo hay no puedo hacer nada". Me quedo conforme. Ahora lo entiendo todo bien. Lo asumo. Es una putada. Pero lo asumo. Ya nadie me puede llamar ni cobarde ni pusilánime, porque al menos lo he intentado. Hoy dormiré; más tranquilo; y me levantaré temprano; a ver si pasa el tiempo más rápido, que hasta el 6 de agosto....AAAAIIINNNNSSSSS.

Os dejo. He quedado. Llaman a la puerta, ya ha llegado mi visita...qué puntual es el aburrimiento! A veces sigo pensando que es mejor el dolor.

No hay comentarios: